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Arboles muertos y mucha tinta

Una bala para cada hombre

Una bala para cada hombre

Autor: “John F. Abbott” (seudónimo de Juan Francisco Abad Fornieles)

Colección: Bisonte nº 292

Edita: Bruguera, Barcelona, 1953

 

El argumento del “jinete vengador misterioso que llega a arreglar injusticias al pueblo” es uno de los más usados en el género del Oeste, estando ya a un paso de convertirse en un subgénero por derecho propio. Innumerables películas, historietas y reatos usaron este cliché. Uno de ellos es esta novela.

Resulta que Jones Will fue muerto en un incendio provocado pro el principal estanciero de la zona, por resistirse a sus intentos de controla el lugar, auxiliado con el sheriff local. Pero años después, un misterioso forastero pasa por allí, clavado físicamente al muerto. Y todos creen que es el finado, que sobrevivió a incendio y que viene dispuesto a vengarse de quienes lo ataron y poner justicia en le lugar. Y en realidad, el personaje es un misterioso fugitivo que nada que ver  con el muerto pero que, dada la amabilidad con que lo reciben, decide hacerse pasar por éste y proteger a su familia adoptiva.  Y lo hace con unos métodos brutales que parecen realmente de bandolero, solo que, como el es el bueno, todo está permitido porque la Justicia está de su lado, que no la Ley.

Como verán, el cóctel no es muy diferente a muchas otras historias del Oeste que conocemos y el estilo del autor, uno de esos novelistas a destajo que la España de mediados de siglo produjo en gran cantidad gracias al fenómeno de los bolsilibros, tampoco aporta demasiado. Más allá de lo implausible que nadie sepa que ese tipo no es quien todos creen que es, la novela funciona efectivamente. Tampoco es un clásico, solamente una historia para pasar el rato, efectivamente escrita pero poco más.

O sea un ejemplo típico de literatura desechable.

 

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